Zygmunt bauman comunidad pdf


















Uno nunca sabe con seguridad si sus sensaciones son tan profundas y excitantes, y tan «placenteras», como las de la persona de al lado. A diferencia del cuidado de la salud, el esfuerzo por estar en forma no tiene un fin natural.

El cuidado de la salud se convierte en una guerra incesante contra la enfermedad. Y, finalmente, el significado de «un estilo de vida saludable» no se queda quieto. Casi cada cura implica nuevos y numerosos riesgos, y se necesitan nuevas curas para remediar las consecuencias de haberse arriesgado. Desean, por una vez, estar libres del temor a ebookelo.

Y en la sociedad de consumidores individuales, todo debe hacerse individualmente, por uno mismo. Sin embargo, no ocurre lo mismo cuando miramos a nuestro alrededor, cuando observamos a las personas que conocemos y sobre las que sabemos algo: «vistas a distancia, sus existencias parecen poseer una coherencia y unidad que en realidad no pueden tener, pero que al espectador le parecen evidentes».

La distancia es decir, nuestra escasez de conocimiento hace confusos los detalles y borra todo lo que no encaja bien en la Gestalt. Y, al verlas de ese modo, nos debatimos por lograr lo mismo: «todo el mundo trata de convertir su vida en una obra de arte[37]». Nos debatimos tratando de negar o al menos de encubrir la pavorosa fluidez que reina debajo del envoltorio de la forma; tratamos de apartar los ojos de visiones que esos ojos no pueden penetrar ni absorber. En palabras de Deleuze y Guattari, «el deseo acopla constantemente el flujo continuo con objetos parciales que son, por naturaleza, fragmentarios y fragmentados[38]».

Por tener esa capacidad, uno es libre de hacer o deshacer identidades a voluntad. O eso parece. En una sociedad de consumo, compartir la dependencia del consumo —la dependencia universal de comprar— es la conditio sine qua non de toda libertad individual; sobre todo, de la libertad de ser diferente, de «tener identidad». El producto masivo es el instrumento de la variedad individual. La manera de ganar independencia es rendirse.

Esa libertad no existe sin las sustancias y los materiales abastecidos por el mercado. Su dependencia, por cierto, no se limita al acto de comprar. Recordemos, por ebookelo. La vida deseada tiende a ser como la vida «que se ve en la TV». La posibilidad de autenticidad es, por cierto, altamente cuestionable. Ya sea genuino o putativo a ojos del analista, el status de la identidad «asociativa» —la oportunidad de «salir de compras», de ponerse o sacarse «la verdadera identidad», de «moverse»— ha llegado a significar libertad para la sociedad de consumo.

Se aplica, en este caso, el viejo proverbio: «mejor que llegar es viajar con esperanza». Sin embargo, esa expectativa no se cumple, porque los corredores son muchos y diferentes, pero la pista es la misma para todos.

Deben vivir en el mismo mundo creado para beneficio de los que tienen dinero. Por ese motivo son bendiciones a medias —tan seductoras y deseables como temidas e indeseables— que despiertan sentimientos contradictorios. La parte de «fortaleza», sin embargo, es genuina. No es raro que la comunidad se haya convertido en uno de los puntos fuertes para asegurar una venta.

En el momento del encuentro no hay tiempo para ensayo y error, ni aprendizaje a partir de los errores ni esperanza alguna de tener otra oportunidad.

La civilidad, como el lenguaje, no puede ser «privada». Resultan, a la vista, imperiosos e impenetrables —imperiosos por impenetrables, ya que ambas cualidades se complementan y se refuerzan mutuamente—. Las multitudes que colman el interior de los «templos del consumo» de George Ritzer son amontonamientos, no congregaciones; grupos, no pelotones; aglomeraciones, no totalidades.

El templo del consumo, bien supervisado, vigilado y protegido, es una isla de orden, libre de mendigos, saqueadores, vagos y merodeadores… o al menos se espera que lo sea. Estar en el shopping es «estar en otra parte[54]». Dentro del templo, la imagen se convierte en realidad. En todos los aspectos, ese lugar es puro, tan puro como las sedes de culto religioso y como la comunidad imaginada o postulada. A las dos respuestas descriptas hasta el momento debemos agregar una tercera.

Sean cuales fueren sus diferencias, deben seguir los mismos patrones de conducta. Las claves de uniformidad de los patrones de conducta deben ser legibles para todos, independientemente de los lenguajes que prefieran o los que usen cotidianamente. Sea lo que fuere lo que haya para hacer en los no-lugares, y lo que se haga, todo el mundo debe sentirse como en su casa, aunque nadie debe comportarse como si estuviera en su casa.

A causa de esa simplicidad, tampoco funcionan como escuelas de civilidad. Las diferencias pueden ser vomitadas, devoradas, alejadas, y hay lugares que se ebookelo.

Y lo hice. Esa ciudad, al igual que otras, tiene muchos habitantes, y cada uno de ellos tiene su propio mapa de la ciudad en la cabeza. Esto se consigue haciendo que todo lo que puedan decir resulte irrelevante, inconsecuente con respecto a lo que puede, debe y desea hacerse.

Y sabemos que todas las terapias pueden vencer o no la enfermedad. Esa capacidad es un arte que, como todas las artes, requiere estudio y ejercicio. A diferencia de otras variedades de identidad, la idea de etnicidad tiene gran carga ebookelo. Ambas inducen el deseo de «expulsarlo s de mi nuestro sistema».

En la actualidad, se pueden escuchar ocasionalmente respuestas similares. Por cierto, la modernidad es, aparte de otras cosas y tal vez por encima de todas ellas, la historia del tiempo: la modernidad es el tiempo en el que el tiempo tiene historia.

Por lo tanto, el tiempo se ha convertido en un factor independiente de las inertes e inmutables dimensiones de la tierra y el mar. El software nivelaba a los hombres; el hardware los diferencia.

La planta ocupaba un terreno de dos tercios por un cuarto de milla. Era una boda de conveniencia o por necesidad, pero no un matrimonio por amor, aunque se esperaba ebookelo. Ni el capital ni el trabajo deseaban moverse, ni tampoco eran capaces de hacerlo. Comenzarla en Ford o en Renault significaba, en cambio, tener la certeza casi total de concluirla en el mismo sitio[67]».

En estas condiciones, la idea de «carrera» resulta nebulosa y fuera de lugar. Sin embargo, esta diferencia es una mera disputa verbal. La pregunta se ha desplazado, pasando de los medios a los fines.

Los barones de hoy tienen el privilegio de comportarse de una manera semejante, manteniendo a los sucesores de los siervos en su lugar, y esa inmovilidad forzosa que los ata al suelo es la que permite a los barones seguir saltando. La mutua dependencia entre ambos ha sido unilateralmente cortada; mientras que la capacidad de trabajo sigue siendo incompleta e insatisfecha si se la deja sola, y depende de la presencia del capital, el caso inverso ya no es aplicable.

Los trabajadores sobrevivientes quedaron a la espera de que les llegara el turno en vez de festejar su victoria sobre los que fueron despedidos[70]». En realidad, se infiltra de arriba abajo en la empresa —permanentemente a dieta— de la modernidad liviana.

Sus productos aparecen furiosamente y desaparecen con igual rapidez, mientras que [Nelson] Rockefeller deseaba poseer pozos petroleros, edificios, maquinaria o ferrocarriles a largo plazo». Tuvo la cautela de no desarrollar apegos particularmente apegos sentimentales o compromisos duraderos con nada, incluyendo sus propias creaciones.

La instantaneidad anular la resistencia del espacio y «licuificar» la materialidad de los objetos hace que cada momento parezca infinitamente espacioso, y la capacidad ebookelo.

No hay mucho que ganar con las consideraciones «a largo plazo». Sin embargo, quiero sugerir que el advenimiento de la modernidad fluida ha socavado su credibilidad. La demanda de esta clase de tarea se ha reducido mucho en la actualidad. Pero la historia es tanto un proceso de olvido como de aprendizaje, y la memoria es famosa por su selectividad. Sin duda. Y ocurre que, para atrapar al ciervo, se necesitan cazadores unidos, capaces de cerrar filas y de actuar solidariamente, pero los conejos adecuados para el consumo individual son muchos y no lleva demasiado tiempo matarlos, desollarlos y cocinarlos.

Y los hombres y las mujeres de hoy difieren de sus padres y de sus madres porque viven en un presente «que quiere olvidar el pasado y ya no parece creer en el futuro[75]». Queremos vivir en el presente, y nos importa un bledo la historia que no sea la que hacemos hoy.

No lo piensen como si fuera el «trabajo de la historia». Es nuestro trabajo, el trabajo de nosotros, que vivimos en el presente. El progreso no enaltece ni ennoblece a la historia. Ambas creencias viven y mueren juntas —y siguen vivas en tanto aquellos que ostentan el poder de hacer que las cosas sucedan las confirmen a diario con sus acciones—. Entre estas dos situaciones tan polarizadas hay poco espacio para un debate sine ira et studio, y menos aun para el consenso.

En primer lugar, la conspicua ausencia de un agente capaz de «mover el mundo hacia adelante». Kenneth ebookelo. La franja de tiempo llamada «futuro» se acorta, y el lapso total de una vida se fragmenta en episodios que son manejados «de a uno por vez».

Los caminos de la vida no se enderezan a medida que los recorremos, y una curva bien ebookelo. El «trabajo» ya no puede ofrecer un huso seguro en el cual enrollar y fijar definiciones del yo, identidades y proyectos de vida. Juntos ascendieron, y juntos cayeron. De acuerdo con la imagen preindustrial de la riqueza, la «tierra» era una totalidad de ese tenor —incluyendo a quienes la araban y cosechaban—. Para lograrlo, tuvo que inmovilizar a su personal y, de ser posible, mantenerlo donde estaba hasta que su capacidad laboral hubiera sido drenada por completo.

Los horizontes temporales del capitalismo pesado eran lejanos. Mientras se presupuso que la convivencia estaba destinada a durar, sus normas fueron objeto de intensas negociaciones, a veces de rencores, choques y peleas y otras veces de tregua y compromiso. Sin embargo, la incertidumbre actual es asombrosamente novedosa.

Los temidos desastres que pueden privarnos de nuestros medios de vida y sus perspectivas no pueden ser repelidos ni enfrentados o mitigados mancomunando fuerzas, cerrando filas o debatiendo y acordando conjuntamente medidas de fuerza. Cuando se intenta que una idea sea rentable, el objeto de la competencia son los que consumen y no los que producen. En los itinerarios y apresurados desplazamientos del capital, la presencia de la fuerza de trabajo es un detalle menor.

Para evitarse frustraciones inminentes, suelen ser reacios a prometer lealtad a sus puestos o a inscribir sus ebookelo. Los trabajadores sobrevivientes, en vez de estar exultantes por haber sobrevivido a los despidos, estaban a la espera del siguiente golpe de hacha».

A ellos «les encanta crear, jugar y estar en movimiento». Eso no significa que no estuvieran pendientes de su mutua presencia. Community Seeking Safety in an Insecure World. Zygmunt Bauman Abstract This article has no associated abstract. Reading a reserve tends to be new life style in this era globalization. With examining you can get a lot of information that can give you benefit in your life.

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